El sueño es una parte fundamental de la vida humana, tan esencial como la alimentación y el ejercicio físico. Durante las horas de descanso, el cuerpo se somete a procesos vitales de reparación y regeneración, mientras que el cerebro consolida la memoria y procesa las experiencias del día.
Sin embargo, en la sociedad moderna, el sueño a menudo es sacrificado en favor de compromisos laborales y sociales, o por las tentaciones tecnológicas. Esta tendencia llevó a una creciente preocupación sobre los efectos negativos que trae para la salud y el bienestar.
Sin embargo, en esta era de constante actividad y estimulación, comprender y priorizar la importancia de dormir bien se vuelve fundamental para mantener una vida plena y duradera.
Según diversos estudios científicos, la cantidad y calidad del sueño son factores cruciales para la longevidad. En este sentido, expertos han investigado cuántas horas de sueño son ideales para aspirar a una vida larga y saludable.
De acuerdo con los especialistas en medicina del sueño, la recomendación general es que los adultos de 18 y 64 años duerman entre siete y nueve horas cada noche. Pero, este rango puede variar según las necesidades individuales y otros factores como el estado de salud y el estilo de vida.
Por otro lado, se sugiere que las personas mayores de 65 años pueden necesitar un poco menos de horas de descanso, entre siete a ocho horas por noche, pero enfatizan en la importancia de mantener una rutina de sueño regular y reparador.
Una buena práctica implica fijar un horario para acostarse y despertarse, incluso los fines de semana, para ayudar a regular el reloj interno del cuerpo. Además, es importante crear un ambiente propicio en el dormitorio, manteniéndolo oscuro, fresco y tranquilo.
Evitar la exposición a dispositivos electrónicos antes de acostarse y practicar técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda, pueden ayudar a calmar la mente y preparar el cuerpo para un descanso más profundo. También es útil limitar el consumo de cafeína y alcohol, especialmente antes de acostarse, ya que pueden interferir con el sueño.
Cuántas horas hay que dormir según la edad
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) realizaron un estudio en el que confirmaron que la cantidad de horas de sueño que se necesita cambia según la edad de la persona. Por ejemplo, los bebés, los niños pequeños y los adolescentes necesitan dormir más para permitir su crecimiento y desarrollo, según Sleep Foundation.
- Bebés (0-12 meses): los bebés tienen un patrón de sueño muy variable y duermen en promedio entre 14 y 17 horas al día. A esta edad, no hay una hora específica para acostarlos, pero es importante seguir una rutina de sueño regular que se adapte a sus necesidades.
- Niños pequeños (1-3 años): los niños pequeños necesitan de 11 a 14 horas de sueño por día. La mayoría de ellos todavía toman siestas durante la jornada, por lo que es recomendable establecer una hora fija para la siesta y para acostarse por la noche, preferiblemente entre las 19 y las 20 hs.
- Niños en edad preescolar (3-5 años): los niños en edad preescolar necesitan entre 10 y 13 horas de sueño por noche.
- Niños en edad escolar (6-12 años): los niños en edad escolar necesitan entre 9 y 12 horas de sueño por noche. Es importante que mantengan un horario de sueño regular y es recomendable que se acuesten entre las 20 hs y 21 hs para asegurar un descanso adecuado.
- Adolescentes (13-18 años): los adolescentes necesitan entre 8 y 10 horas de sueño por noche, pero a menudo tienen dificultades para conciliar el sueño debido a los cambios hormonales y a las presiones académicas y sociales. A pesar de ello, es importante que intenten acostarse temprano y eviten el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir.
- Adultos (18-64 años): los adultos necesitan entre 7 y 9 horas de sueño por noche para mantener un buen estado de salud.
- Adultos mayores (65 años en adelante): los adultos mayores necesitan entre 7 y 8 horas de sueño por noche, pero pueden experimentar cambios en su patrón de sueño debido al envejecimiento y a diversas condiciones médicas, como el insomnio.
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